lunes, 6 de octubre de 2014


AMIENEMIGOS 


¿Quién no ha visto alguna vez su vida invadida por un algo, -o un alguien-, intruso, desagradable, aguafiestas, molesto y hasta deleznable, que se aposenta en su horizonte y en su quehacer cotidiano, impuesto, sin opción?

La moto de tu vecino, que arranca todos los sábados a las siete de la mañana; el edificio de enfrente, que te impide ver la luna; los bares nocturnos de tu calle, atestados de mangurrianes; vecinos, parentela variada; los amigos de mis amigos (los que no son mis amigos); algún colega de armas, de lunes a viernes en horario laboral...

Nuestro más torpe remedio frente a esto suele ser salir corriendo, mantenernos alejados (cuando se puede) o quitarnos de en medio, pero a veces, la mejor solución está más cerca del objeto de nuestro desagrado...

París, 1887. La Ville Lúmière se preparaba para la Exposición Universal, -de la que sería anfitriona dos años más tarde-, mediante la construcción de más de 80 edificios de los que, indudablemente, el más conspicuo prometía ser el encomendado al estudio de ingeniería de monsieur Gustave Eiffel. 

Por aquellas épocas, las Exposiciones Universales constituían una oportunidad para los gobernantes del país celebrante de demostrar su potencia industrial y, consecuentemente, su superioridad sobre otras potencias. Así, los ingenieros asignados a la realización del proyecto - Emile Nouguier y Maurice Koechlin- planearon en esta línea la construcción de una gran torre metálica de 300 metros de altura.

Sin embargo, las figuras más destacadas de las artes y la cultura parisina del momento observaban con horror lo que consideraban un gran adefesio que afeaba de forma abominable el perfil de su querida bella ciudad.

Compositores como Gounod, pintores como Missonier, arquitectos como Garnier (diseñador de la Ópera de París), y escritores como Alexandre Dumas hijo, firmaron un encarnizado manifiesto en contra de la construcción de la Torre, que se denominó Protesta de los Artistas;

".... Pues la Torre Eiffel, que ni la misma y comercial América querría, es, no lo duden, la deshonra de París. Todos lo sienten, todos lo dicen, todos se afligen profundamente, y no somos más que un débil eco de la opinión universal, tan legítimamente alarmada. Por último, cuando los extranjeros vengan a visitar nuestra Exposición, exclamarán sorprendidos: ‘¿Cómo? ¿Éste es el horror que los franceses han encontrado para darnos una idea del gusto del que tanto presumen?’ Tendrán razón si se burlan de nosotros, porque el París de los góticos sublimes, el París de Puget, de Germain Pilon, de Jean Goujon, de Barye, etc., se habrá convertido en el París del Señor Eiffel.”

Pero, de entre todos los firmantes, destacaba la actitud de uno de ellos: el escritor Guy de Maupassant que aborrecía en grado superlativo la controvertida torre metálica. Sentía verdadera alergia con la visión de la misma e, incluso, hacía mención de su sentimiento de abominación en sus obras literarias:

Me fui de París, e incluso de Francia, porque la torre Eiffel terminó fastidiándome mucho. No es sólo que uno la viera desde cualquier lado, sino que se la encontraba por todas partes [...], cual pesadilla inevitable”. (El viajero errante)

Sin embargo, paradójicamente, una vez abierta la Torre al público, Maupassant desayunaba o almorzaba habitualmente en el restaurante de la misma, circunstancia que causaba notable extrañeza en los que le conocían y se apercibìan del hecho. No obstante, lo que parecía una contradicción realmente no lo era y tenía una inteligente explicación. En cierta ocasión alguien se atrevió a preguntar a Maupassant el motivo por el cual  era capaz de manducar habitualmente en ese lugar que tanto denostaba. Su impecable respuesta fue la siguiente: 

"Monsieur, es el único sitio de París desde donde no se ve la Torre".



¡FELIZ LUNES Y FELIZ SEMANA!

"Si no puedes con tu enemigo, únete a él"


Sun Tzu ("El arte de la guerra")

"No hay objeto tan bello que en determinadas condiciones no parezca feo"
"La belleza tiene un limite, la fealdad no".
Anónimo
Si no puedes con tu enemigo, únete a él
Sun Tzu (El arte de la guerra)

Pd. Es de destacar el hecho de que el color amarronado que actualmente luce la Torre no es el que vestía inicialmente. Los primeros años era de un color amarillo dorado y, más tarde, fue repintada de un tono rojo ladrillo. Desde su creación la Torre ha sido pintada dieciocho veces.

8 comentarios:

  1. ¡¡¡¡¡Fantástico!!!!!
    un amor legal nunca vale tanto como un amor robado dijo Guy en otra ocasión. A lo mejor se refería al amor q finalmente le robó la torre?????

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  2. Esto me recuerda a dos cosas:
    1: A los amienemigos yo los llamo "Walpurgis" que son unas brujas alemanas que siempre aparecen cuando algo te va mal y se ríen de tí (more or less).
    2: Un compañero nos contó el otro día que su hija dibujó el Sol con gafas de sol. Él le preguntó: ¿pq lo pintas con gafas de sol? La niña respondió: por si se mira en el espejo.

    Larga vida y prosperidad.

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  3. Muy buena la historia .No la conocia siemper sigo aprendiendo contigo Estoy totalmente de acuerdo con Sun Tzu ,Feliz semana

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  4. no es muy bonita pero tiene unas vistas maravillosas desde arriba de París y del Sena desde arriba según la de enfrente. Y además tiene cuatro hermosas patas sobre las que se sostiene la Torre para que yo pueda levantar en ellas la idem.

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  5. el ůltimo comenterio lo han hecho LDDE. Se nos había olvidado ponerlo.

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  6. lo que aprendemos cada semana...:-)

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  7. Como todas las semanas, me tienes "enganchada" a tus historias. ¡¡¡Me encantan!!! Especialmente ésta que me ha recordado la temporada durante la cual viví en París. Yo como Guy, también he desayunado en la Torre.
    Besitos y espero ansiosa el próximo lunes

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  8. Lo importante no es ver la torre Eiffel es con quién la ves.
    BVC

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