lunes, 28 de abril de 2014


PIO, PIO, QUE YO NO HE SIDO 

¡Qué bonito el trabajo en equipo! Nada como ir a la mina y picar todos juntitos, al unísono. ¿Al unísono? No. En un equipo de trabajo, en realidad, cada uno lleva su ritmo, como en una mala banda de música. Baste con ver a uno de los equipos de trabajo más afamados de la historia de...Disney, ¿los recuerda? los siete enanitos: juntos, como hermanos, pero cada uno de su "padre y de su madre".

El Mocoso, ese que se pasa el día "estornudando" y con cada "estornudo" ocasiona alguna calamidad, por lo que realmente es una carga para el resto del equipo, que anda intentando evitar sus descalabros. ¡Mejor que le den un Valium® y ya firmamos por él!

El Gruñón, ese al que todo lo que deciden los demás, le viene, por principio, mal, sobretodo porque la idea no se le ha ocurrido a él, así que, a dar por...tazo. ¡Que constructivo!

El Feliz, el enanito que mejor lo pasa, vayan las cosas bien o llegue el agua hasta el cuello, a disfrutar, que no pasa nada. ¡Ni un dedo mueve...pero que ambiente da!

El Mudito, que calladito, calladito escurre el bulto. ¡Cuanto mudito poblando el mundo!

El Tímido, el que no es capaz de abrir la boca entre tanta gente y aporta, sí, pero sólo cuando se halla en petit comité. En grandes comunidades nunca demuestra sus habilidades. ¡Que gran estrategia!

El Sabio, el más capaz de todos, al que toca, antes o después, tomar las riendas del asunto para evitar que la nave vaya a pique. ¡Que mala suerte!

Pues aquí están los enanitos, ¿se han reconocido en alguno?

Ah! perdón se me olvidaba el Dormilón...

2 de abril de 2013. Hesse. Wiesbaden. Alemania. Un empleado de banca había recibido la solicitud de un cliente de la entidad  de realizar en su nombre una sencilla transferencia por la moderada suma de 64,2 euros.
El bancario, parece que ya cansado, se dispuso a efectuar la operación cuando, encontrándose su dedo índice apoyado en la tecla correspondiente al número 2, quedó sumido en un profundo sopor que lo trasladó directamente a un placentero sueño. Dado que su dedo continuaba pulsando la tecla dos, durante esta pequeña siesta, involuntariamente nuestro empleado realizó la transferencia pero por la suma nada desdeñable de 222.222.222,22, es decir 222  millones largos de euros.
En unos días el gran error fue descubierto y resuelto. De lo que ocurrió con el sestero trabajador nada ha trascendido pero sí que inmediatamente la supervisora que entre sus funciones, tenia que inspeccionar diariamente las transferencias de la entidad bancaria fue fulminantemente despedida. La mujer, de 48 años, no conforme demandó al Banco y el Tribunal Laboral de Frankfurt estuvo de acuerdo con ella y dictó sentencia a su favor, una vez comprobado que la empleada debía supervisar diariamente 812 operaciones, contando para cada una de ellas con un tiempo de entre 1,5 y 3 segundos.

¡FELIZ LUNES, FELIZ DÍA DEL TRABAJO Y FELIZ SEMANA!

Gran descanso es estar libre de culpa
Marco Tulio Cicerón

Hay un remedio para las culpas: reconocerlas
Franz Grillparzer

Errar es de humanos, pero echarle la culpa a los demás es mas humano todavía! 
Charles Chaplin

Es una lata el trabajar....

lunes, 7 de abril de 2014

DINAMITA PA' LOS POLLOS


Se dice allende los mares, hacia poniente, que el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones.  Y es que están muy bien, las buenas intenciones, pero a veces desembocan directitas en el abismo; y al fondo, el señor de rojo escarlata, con rabo y tridente. 
Ya lo decía Serrat: "Porque la quería, por no despertarla, dejó de dirigirle la palabra,,,"
Ya lo dicen los que huyen; "Porque no te quiero hacer daño... "
Ya lo decía su amiga; "No te preocupes, mientras estás de viaje ya me ocupo yo de que no lo pase mal tu novio..."
Ya lo decía su pandilla favorita; "Fuimos a cenar pero no te avisamos para no molestarte, pues pensamos que estabas muy liado...".
Ya lo decían los novios: "No os hemos invitado para no poneros en un compromiso...."

Sólo, buenas intenciones.

Ya lo dijo el ingeniero....

Suecia; Belle Époque. Alfred, hijo de un ingeniero fabricante de armas sueco cuya fábrica había quebrado, mantenía la vocación familiar paterna por lo que, tras estudiar química, dedicaba su vida a experimentar e investigar para conseguir la invención de un material explosivo novedoso. En principio se dedicó al estudio de la nitroglicerina. A consecuencia de unos experimentos suyos, en septiembre de 1864 se produjo un gravísimo accidente con múltiples fallecimientos, incluido el de su hermano Emil.
Pero el químico no cejaba en su interés por obtener resultados a su labor investigadora con la que prosiguió. Y, por fin, en 1867 lo consiguió: había descubierto la dinamita.
Su obsesión se centraba en un objetivo: producir una sustancia o maquinaria de efectos tan devastadores que la guerra deviniera imposible ante el temor de las naciones de que el enemigo pudiera utilizarla.
En este sentido, en 1891 declaraba "quizás mis fábricas pondrán fin a la guerra: el día en que dos cuerpos de ejército puedan aniquilarse mutuamente en un segundo, todas las naciones civilizadas con certeza retrocederán con horror y disolverán sus tropas".
A pesar de su particular visión de que su recién estrenado explosivo invento sería un instrumento de paz, lo cierto es que la dinamita comenzó pronto a utilizarse como arma para atemorizar a la gente en usos civiles y como mortífero instrumento en tiempos de guerra. Los ingresos para nuestro inventor fueron multimillonarios y rápidamente amasó una gran fortuna.

Sus buenas intenciones de conseguir la paz mundial se habían materializado en realidad en unas aplicaciones de su invento al servicio de la destrucción y la guerra.

Alfred Bernhard Nobel, que así se llamaba nuestro ingeniero, llegó al fin de sus días atribulado por el mal involuntariamente causado a la humanidad y para compensarlo, dejó escrito en su testamento lo siguiente:

"El que suscribe, Alfred Bernhard Nobel, declaro por este medio tras profunda reflexión, que mi última voluntad respecto a los bienes que puedo legar tras mi muerte es la siguiente:
Se dispondrá como sigue de todo el remanente de la fortuna realizable que deje al morir: el capital, realizado en valores seguros por mis testamentarios, constituirá un fondo cuyo interés se distribuirá anualmente como recompensa a los que, durante el año anterior, hubieran prestado a la humanidad los mayores servicios. El total se dividirá en cinco partes iguales, que se concederán: una a quien, en el ramo de las Ciencias Físicas, haya hecho el descubrimiento o invento más importante; otra a quien lo haya hecho en Química o introducido en ella el mejor perfeccionamiento; la tercera al autor del más importante descubrimiento en Fisiología o Medicina; la cuarta al que haya producido la obra literaria más notable en el sentido del idealismo; por último, la quinta parte a quien haya laborado más y mejor en la obra de la fraternidad de los pueblos, a favor de la supresión o reducción de los ejércitos permanentes, y en pro de la formación y propagación de Congresos por la Paz. .../....."
París, 27 de noviembre de 1895.
Y esta es la historia del nacimiento de los premios Nobel, que se otorgan cada año, desde 1901, el 10 de diciembre, fecha en la que en el año 1896 falleció Alfred Bernhard Nobel. Los galardonados reciben una medalla un diploma y la motivadora suma de 1.2 millones de dólares.

¡FELIZ LUNES Y FELIZ SEMANA!
 "Nadie recordaría al buen samaritano,si además de buenas intenciones no hubiera tenido dinero". 
Margaret Thatcher
"Con buenas palabras se puede negociar, pero para engrandecerse se requieren buenas obras".
Lao Tsé