lunes, 2 de diciembre de 2013

HAY HONORES QUE MATAN  

 

Hay amores que matan. Sí. Todos conocemos alguno. Y honores que suavemente acaban también por aniquilarte. Por ejemplo:
Aniquilarte el bolsillo. Que te invitan a la boda; que solo vas tú porque es muy reducida y en Hawai. ¡Oh, que honor!. Honor que te sale por varios billetes de avión, habitación doble de uso individual, regalito especial, -¡que sólo vas tu...!-, taxi, traje...y, en definitiva, te aburres como un mono porque sólo vas tú...¡Oh que honor!
Que eres mi mejor amigo y te hago padrino de mi hijo. ¡Oh que honor! Regalo de Reyes, del padrino; regalo de cumpleaños, del padrino; mamá quiero una moto,....¡pues pídesela al padrino!. ¡Oh que honor!
Aniquilarte sentimentalmente. Como el sempiterno admirado que te encanta, y que te ignora, eso sí diciéndote "eres tan buena persona, que voy a terminar haciéndote daño. Te mereces algo mejor." ¡Oh que honor!
aniquilarte en el estricto sentido de la palabra: es decir, acabar con tu vida. Que eres una eminencia científica, te voy hacer Lord ¡Oh que honor!. Y verán las perniciosas consecuencias...

Cambridge, 1937. El neozelandés Ernest Rutherford, uno de los padres de la física atómica, dedicado en cuerpo y alma durante décadas al estudio de esta disciplina, había obtenido en 1908 un merecidísimo Premio Nobel de Química en reconocimiento a sus investigaciones relativas a la desintegración de los elementos. Por éstos y similares méritos propios, (que han llevado a muchos a considerarle uno de los mayores científicos de todos los tiempos), se le habían concedido los títulos de Sir (1914) y de Lord Rutherford of Nelson (1931), primer barón Rutherford, por mencionar una pequeña muestra de los galardones, dignidades y condecoraciones recibidas.

Pero, a pesar de todos los rimbombantes títulos y reconocimientos obtenidos, él era una persona de carácter afable y jovial, de complexión robusta y voz potente (dicen que le era imposible susurrar), apreciado personalmente por sus alumnos del Cavendish Laboratory (Universidad de Cambridge) que lo percibían como alguien fuerte, generoso, cercano y accesible. Sus colegas  y discípulos le apodaban "el cocodrilo" porque, al igual que éste animal, no podía girar la cabeza hacia atrás sino siempre avanzar hacia adelante con su fuerza  Pero él se consideraba a sí mismo un  físico sencillo.

Y fué, precisamente, su elevación a la nobleza, no buscada por él, la causante de un final prematuro. Tras haber realizado tareas de poda en su jardín, Rutherford se sintió indispuesto y acudió al hospital Evelyn Nursing Home aquejado de fuertes dolores abdominales. Sin embargo, no había en el hospital ni en la localidad, ni en todo el condado un doctor en medicina habilitado para atender a la nobleza, dado que el protocolo aun vigente en la época, parece que exigía para tocar a un lord que el médico gozase de la misma dignidad nobiliaria. Por tanto, los médicos presentes no podían diagnosticarle ni inyectarle sustancia ninguna, únicamente administrarle calmantes por vía oral. Por ello, se mandó llamar a Sir Thomas Peel Dunhill, a la sazón médico real que se hallaba en Londres.

Veinte horas más tarde hizo su entrada el Sir doctor. El diagnóstico no fue complicado: se trataba de una antigua y pequeña hernia umbilical. La dolencia no era mortal de necesidad pero requería una rápida intervención quirúrgica, a la cual procedieron. Y he aquí que por el trascurso de tantas horas de espera de un médico noble, el problema se había agravado: la hernia se había estrangulado y el tejido intestinal se había necrosado y las consecuencias fueron fatales. El 19 de octubre de 1937 fallecía Lord Rutherford of Nelson, inhumado con todos los honores en la Abadía de Westminster junto con otros dos grandes de la ciencia británica: Newton y Kelvin.

¡FELIZ LUNES Y FELIZ SEMANA!

"Vuestro honor no lo constituirá vuestro origen, sino vuestro fin".
Friedrich Wilhelm Nietzsche.
"Ambiciona honor, no honores".
Rabindranath Tagore

9 comentarios:

  1. Muy bueno!!!!!
    Si es q hay honores q no se precian y amores q no se honran..
    Os superáis de semana en semana

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  2. No conocía esa faceta de Rutherford, pero creo que los casildolectores deben saber que para Rutherford recibir el Nobel de Química no fue ningún honor, ya que para él la única ciencia válida es la Física... qué ultraje a su honor!!!

    Larga vida y prosperidad.

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  3. Para todos los amantes de estas anécdotas de la Historia y las casualidades, recomiendo el libro Chiripas de la Historia, de Gonzalo Ugidos, recientemente publicado y de deliciosa lectura.
    Salud

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  4. Qué anecdotas tan curiosas nos contais!!!!

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  5. Yo no quiero ser un lord.Prefiero ser asistido por unmedico de la sguridad social .Si es que con el tiempo queda alguno BESOS

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  6. que historia.
    A veces el ser humano se sobresale....
    Por cierto Casilda, ya te internacionalizas ;-P
    Recuerdos africanos

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  7. Pues sí, vaya honor!!!! yo prefiero un buen hueso con mucha carne pegada (guisado eh?), y mi amita el anonimato total.... es lo mejor.
    LDDE

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  8. Pues la verdad es que en estos momentos en que llevo unas 200 horas de trabajo no me queda "na de na"... A mi que m atienda uno tipo George Cluny en Anatomía de Grey.. Y me cure todo... Lo del honor en estos momentos me suena tan lejano....Lo que si es cierto es que a veces es mejor que no se acuerden de uno. Lo que supuestamente es un honor, es un "marrón" estupendo... Por que en el trabajo suele ocurrir con cierta frecuencia? En fin, pasad esta semana de la mejor manera que podáis.. Ciao!!!

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    1. Casi siempre lo mejor es la discreción y pasar desapercibido. Si destacas demasiado en algo, ese honor te suele pasar la cuenta. ¡ Qué suerte tener para todos la Seguridad Social ! Hasta el lunes Casilda.
      MP

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