lunes, 8 de julio de 2013

¿QUÉ APOSTAMOS?


¿Ganar o no ganar? he ahí la cuestión.

En ocasiones ¿le compensa la victoria? ¿le compensa el precio que ha pagado por ella?

Hay quien tiene un concepto del triunfo que consiste en llevarse por delante a aquel tiene enfrente; en arrastrarle por el fango ante el mayor aforo de público posible; en dejar patente que es él quien lanza sus aguas menores más lejos que cualquiera de los demás.

Si nos encontramos con semejante tipo en algún recoveco de nuestra vida, hay una idea clave que deberíamos tener siempre presente: no nos dejemos enredar en sus bravatas, apuestas y desafíos; no nos dejemos llevar a su enlodado terreno.  Su adversario fanfarrón no lo sabe pero CASI siempre el dueño final del trofeo, el que de verdad lo lucirá en sus vitrinas, será el que mantenga la cabeza fría y sepa poner el freno y el cepo a tiempo. El vencedor, no será  el jactancioso, petulante bravucón. El vencedor será usted. Y "para él, la perra gorda"...

Egipto. 41 a.C. Tras el asesinato de Julio César, tres años antes a manos de los sicarios (Cayo y Bruto) enviados por sus adversarios políticos, el general romano y cónsul Marco Antonio, continuaba con su firme intención de vengar la muerte de su mentor, amigo y pariente, César.

Encontrándose en la ciudad de Tarso (ubicada en la actual Turquía) decidió concertar un encuentro con Cleopatra VII de Egipto, antigua amante de Julio César, para establecer una alianza estratégica. Marco Antonio necesitaba el apoyo económico de Egipto y Cleopatra necesitaba que la liberasen de la pesada sombra que proyectaba su propia hermana, Arsinoe, refugiada en Mileto. Ambos tenían algo que dar y algo que recibir y la cita se llevó a cabo.

Cleopatra VII, en aquellas fechas contaba ya con 28 años, era una mujer de elevada y sagaz  inteligencia, combinada con una vasta cultura. Había sido instruida a la manera griega, ilustrada en disciplinas tan variadas como la medicina, la astronomía, las matemáticas, las ciencias políticas, la literatura y la música, y era usuaria competente en más de seis lenguas de la época.

Todo esto estaba aderezado con un carácter zalamero, de modales delicados y afectusos, lo cual utilizaba como arma arrojadiza y defensiva con todos los varones cabeza de serie que se cruzaban en sus intenciones, para los cuales constituía un evidente peligro de alto voltaje.

Y para un atractivo general romano de 42 años el riesgo estaba servido. En ese primer encuentro, una cena organizada por Cleopatra en su propia embarcación, Antonio sucumbió al embrujo de la cautivadora reina egipcia y la pretendida alianza se selló con el más resistente de los lacres: ambos se enamoraron apasionadamente.

Instigada por su carácter seductor y fuertemente provocador, la egipcia lanzó una bravata al cónsul en forma de apuesta que habría de ser dirimida en la cena del siguiente día. Ella le aseguró que sería capaz de dar buena cuenta de una cena de diez millones de sestercios -equivalentes a 15 millones de euros actuales-. Sin vacilar Marco Antonio recogió el guante.

Transcurridas 24 horas, Cleopatra, con el aire seguro de aquel que se sabe ganador de antemano, hizo su entrada triunfal en la sala donde ya la esperaban sus invitados, Marco Antonio, y Planco, un omnipresente arrastrado chaquetero  que habría de hacer las funciones de juez de la apuesta.

La cena estaba servida hacía rato. Era lujosa, exquisita y opípara, pero por más que había analizado durante la espera los diferentes manjares, no había hallado ,Marco Antonio, nada que pudiera justificar la exorbitada suma del envite al que había sido desafiado. Con naturalidad, sin ceremonia, Cleopatra se quitó el fabuloso collar que lucía, del cual colgaban dos magníficas perlas  y acercándose a Planco le pidió que estimase, como juez, el valor crematístico de las mismas. Con convicción el tasador respondió - un mínimo de cinco millones de sextercios cada una -.

Con una media sonrisa, la egipcia, introdujo una de las perlas en una de las copas, vertiendo sobre ella, hasta el borde, vinagre. Siendo las perlas principalmente carbonato de calcio, se produjo la reacción químicamente esperada con el vinagre, disolviéndose la misma restando tan sólo unos granos de calcio, que Cleopatra no dudó en beber.

Decidida a continuar con la segunda perla e ingerir los restantes cinco millones de seistercios, fue detenida por Marco Antonio que, con espanto por el tremendo derroche, se dió presuroso por vencido.


¡FELIZ LUNES Y FELIZ SEMANA!

"Nunca hagas apuestas. Si sabes que has de ganar, eres un pícaro, y si no lo sabes, eres un tonto"
Confucio

“Si tú y yo discutimos y tú vences, ¿Será acaso verdadero lo tuyo y falso lo mío?” 
Lao-Tsé 

12 comentarios:

  1. Dificiles decisiones hemos de tomar a veces en esta vida siempre es mejor la de ganar pero desgraciadamente siempre hay alguna vez que hemos de perder lo dificil es saberlo encajar.Adelante Casi con tus relatos pues siempre aprendemos de ellos.Unbeso

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  2. Me encantan tus dibujos¡¡¡ CGA

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  3. Hola casilder@s!!! La verdad es q hay muchas victorias que, con el paso del tiempo te das cuenta que de victoria no ha sido nada... Mas bien, el coste fisico y emocional ha sido muy alto... Una victoria pirrica que se llama...Cuantas veces nos ha ocirrid, a todos nos ha pasado alguna o muchas veces... O la victoria llega mucho tiempo despues y ya las cosas no tienen el mismo sentido... En fin, el calor nos vuelve filosoficos... Feliz semana!!!!!

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  4. Como siempre genialFeliz semana

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  5. Mi momento más delicioso de la semana!!!!!
    Victoria´? Dónde está la victoria?

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  6. FANTASTICA LA HISTORIA
    LA CULTURA EGIPCIA ES MI PUNTO DEBIL
    PETONETS

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  7. Qué sabio Confucio...
    A mí no me gusta apostar porque no me gusta perder :)
    Estupendos los Casildos egipcios y sus pajarillos a juego con la época!
    Un beso y buen fin de semana.
    E.

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    Respuestas
    1. Estoy en contra de las apuestas porque siempre hay alguien que pierde y no me gusta la situación que se crea, porque a nadie le gusta perder. Hay que ver que osada,chula y poco sensata era Cleopatra, dispuesta a disolver las perlas sin importarle su valor. ¡Dibujos geniales! Hasta el próximo lunes
      MP

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  8. muy bueno! escribes genial ehh.. ;)

    Cristina
    http://norwegianwood8.blogspot.com.es/

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  9. ¡Ah, inteligente Cleopatra! Quién no dirigió un imperio, sino dos, Egipto y el corazón de César y Marco Antonio.

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