EAU DE HIERÓN
Lo sepamos o no, todos, por naturaleza, llevamos un héroe debajo de la piel. Un héroe que, en le caso de algunos, sale todos los días a lucir su vistoso porte; en el caso de otros, sale de cuando en vez a dar un paseo; y, en el caso de los más tímidos y apocados, de aquellos que mientras leen ésto estarán pensando que Casilda con ellos se ha equivocado, que debajo de su epidermis yace una solitaria dermis y nadie más, el héroe de éstos también asoma su tímida, pero valiente, cabeza, si bien, éste reserva sus escasas apariciones para situaciones en las que las condiciones de presión y temperatura lo hagan necesario. Condiciones que
suelen darse en circunstancias conflictivas en las que uno se ve solito
para sacar sus castañas del fuego.

Y es que, sucede CASI siempre que, cuando el grupo es grande, ante un tema espinoso y diplomáticamente peliagudo -y de cuya resolución nadie va a obtener beneficio personal ni condecoración alguna (excluyendo así el interés en intervenir del sempiterno trepa) sino, seguramente, los pies fríos y la cabeza caliente-, quien más y quien menos hace un mutis por el foro y no hay voluntario que valga para ponerle el cascabel al gato Félix....
Para entenderlo mejor, pongamos el clásico ejemplo: el del clásico fétido. ¿Que suele acontecer en esas repetidas ocasiones en que se juntan grupo humano variado (amigos de clase, colegas de trabajo, círculo familiar, ...) e individuo antihigiénico y pestilente, aparentemente ajeno e ignorante de su hedionda tesitura. ¡Todos mudos!
De muy antaño viene el problema ...

Es decir, su olor corporal era realmente hediondo, pestilente, mefítico, fétido, insalubre, insano, maloliente, pero, como bien han leído, era el tirano de Siracusa. Así pues, por esto y por miedo a la nociva reacción que al oírlo podría experimentar, ninguno de sus súbditos, ni siquiera los más cercanos y allegados, había reunido coraje y valor suficientes para confesar a Hierón tan repulsiva y vergonzante circunstancia.
Sin embargo, una vez llegó a Siracusa una dama foránea más desinhibida e irreverente. Tras la presentaciones de rigor, la descarada huésped espetó a Hierón, con absoluta falta de filtro:
"Hierón, usted huele y, con tal fetidez, que resulta insoportable permanecer a su lado...".
El aire de la sala se congeló y todos los presentes enmudecieron a la espera de la airada, y seguramente letal, reacción del tirano.
No obstante, Hierón no dirigió sus iras contra la osada dama. En su lugar, cuestionó a sus hombres más allegados por su absoluta ausencia de sinceridad hacia él.
Pero lo que le causaba más extrañeza y dolor era la poca franqueza que había demostrado tener su querida Filistes, hija de ciudadano más poderoso de Siracusa, que años antes Hierón había tomado por esposa, a la que preguntó, consternado, por la causa de su desleal e hipócrita silencio.
Filistes, demostrando poseer inteligencia sobrada y cacumen suficiente para ser cónyuge del mismísimo tirano de Siracusa, respondió adornando su actitud cobarde y mentirosa, aún por omisión, de la siguiente guisa:
"Jamás he querido estar cerca de otro hombre que no fuerais vos, mi señor, así que pensaba que vuestro olor corporal y vuestro aliento era el habitual de cualquier hombre".
...
¡Que astuta!
¡FELIZ LUNES Y FELIZ SEMANA!
"El tacto es el arte de hacer un punto sin hacer un enemigo".
Isaac Newton
"En el mundo suele llamarse habilidad a la falta de vergüenza".
Cándido Nocedal
"En el mundo suele llamarse habilidad a la falta de vergüenza".
Cándido Nocedal