EL AFILADOR
Cuántas veces se pregunta usted por qué, por qué y por qué. ¿Por qué no llega su éxito?; ¿Por qué no se cumplen sus planes de vacaciones?; ¿Por qué no acaba de comprarse una casa? ¿Por qué sigue hablando inglés como Emilio Botín?;¿Por qué, a pesar de que quiere ser como Beckham, sigue siendo como Homer? ¿Por qué por más regímenes que hace, sigue estando como un barrilete? ¿Por qué no encuentra la rana o el rano adecuado (LINK)?;
Es incomprensible: usted se esfuerza mucho. Trabaja más horas que nadie; Propone planes de viajes sin parar; Se lee todos los anuncios de idealista.es. Se apunta todos los años a alguna academia de idiomas. Y al gimnasio. Ha practicado Dukan, la sopa de apio, los sobres de proteínas que se vierten en un vaso con agua y le sale un donut, el sirope de arce, incluso las alcachofas de Rociito. Nadie duda de su belleza y simpatía. Y, sin embargo, así sigue: sin éxito, ni viaje a los mares de sur, ni ático, ni entiende las canciones de los Beatles, ni le dá el resuello para subir al segundo por la escalera, ni se despide de su figura de butifarra. Y de batracio, ni asomo.
Pues, aunque a primera vista parezca raro, la explicación es sólo una: ¿Ha pasado por el afilador?...
En algun lugar, en algún momento. Un robusto joven andaba buscando trabajo cuando cerca de un bosque se topó con una partida de leñadores que trabajaban talando con hachas árboles. Se dirigió al capataz el cual, a pesar de la inexperiencia del joven en esas lides, apreció la fortaleza del buen mozo para desarrollar una buena labor. Y lo contrató. Al día siguiente comenzó su tarea, en la montaña y pasó el día cortando árboles sin descansar obteniendo al final del día un sobresaliente resultado. La jornada siguiente volvió a la tarea con entusiasmo y dedicación pero, al hacer balance al final del día, comprobó que, a pesar de que su empeño había sido similar al del día anterior, su producción resultaba ser la mitad.
Decidido a volver a tener el éxito de la primera vez, el joven se presentó la tercera jornada con ímpetu renovado y, con todas sus fuerzas pasó el día sin descansar golpeando con su hacha los troncos de los árboles. Y, sin embargo, su resultado fue CASI nulo.
Apercibiéndose el capataz del nefasto rendimiento obtenido por el nuevo operario, se dirigió a él preguntándole:
-¿Cuándo afilaste el hacha por última vez?
A lo que el joven inexperto respondió orgulloso:
A lo que el joven inexperto respondió orgulloso:
-¿Afilar el hacha? No he tenido tiempo. He estado todo el tiempo demasiado ocupado cortando árboles.
Y usted ¿ha tenido entre esfuerzo y esfuerzo un momentito para pasar por el "afilador"?
¡FELIZ LUNES Y FELIZ SEMANA!
"La oxidación por falta de uso gasta mucho más las herramientas que el propio trabajo."
"Si tu única herramienta es un martillo, tiendes a tratar cada problema como si fuera un clavo".
Abraham Maslow
"La oxidación por falta de uso gasta mucho más las herramientas que el propio trabajo."
Benjamin Franklin
Abraham Maslow