lunes, 29 de abril de 2013

ESTÁ USTED ... EN SU CASA


Como publicitan los spots de esa famosa multinacional sueca, conocida hasta por la tribu Mandinga de África, la casa de cada uno, monárquico, anarquista o republicano que sea, es su propio territorio independiente y, como tal, disfruta de su propio ordenamiento jurídico, con sus leyes, sus principios generales del derecho y, fundamentalmente, con sus propias y peculiares costumbres.¡Y vaya variedad de costumbres!

De la misma manera que cuando hacemos un pequeño viaje al extranjero, no tenemos ni la menor noción de la normativa ni las costumbres del lugar (propina o no; los taxis paran por la calle o sólo en las paradas, ...) igual nos suele acontecer cuando visitamos a los amigos en su hogar, dulce hogar: no sabemos, a veces,  ni por donde nos andamos. 

En ocasiones, después de haber comido, cenado o, más ampliamente, disfrutado de una estancia de algunos días en casa ajena, regresamos a la nuestra cuando menos desconcertados y, a veces, con los ojos del tamaño de la bandeja donde servimos la pizza familiar, recordando los,-a nuestros ojos-, extraños ritos, usos, costumbres, jerga variada y doméstica indumentaria de nuestra encantadora y hospitalaria, aunque marciana, familia anfitriona. Recordemos, a simple modo de ejemplo, a:

Aquellos que para comer. o cenar visten ritualmente el pijama. Muy confortable.
Aquellos que en la mesa ponen un único y solitario cuchillo a disposición de la familia completa y esperan religiosamente, resignados y pacientes, el turno de cada uno para cortar. Muy ahorrativo.
Aquellas  cariñosas familias que, cuando llega la hora de retirarse para las siete u ocho horas de descanso nocturno, separados sólo por le pasillo de la vivienda, se despiden efusivamente con besos, e incluso abrazos, como si en realidad partiesen a atravesar el Atlántico a la búsqueda del "soldado Ryan" Muy entrañable.

Pero, miremos el asunto desde la perspectiva contraria y, en esta tesitura ¿que me dicen de esas grandes dudas? Porque tampoco es fácil cumplir exitosamente con la tarea de dar la talla de buen invitado.
 ¿Qué esperan de usted sus anfitriones? Difícil cuestión...
¿Doy conversación o me hago transparente?
¿Ayudo con las tareas o no oso inmiscuirme en sus quehaceres?
Oigo ruido ya ...¿Me levanto de la cama o me acurruco y me hago aún el dormido?
¿Bajo a desayunar en pijama o en perfecto estado de revista?
¿Me como el filete de hígado y muero aquí mismo o confieso que no puedo soportar tan visceral manjar?...

Y es que, cada familia es un mundo y cada hogar, un planeta. Anfitriones o invitados, hagamos examen de conciencia y admitamos que, en nuestro íntimo reducto personal y familiar, cualquier director de cine mínimamente observador tendría material, más que sobrado, para elaborar algún que otro guión cinematográfico. Y para alguna trilogía, incluso.

1912, Francia. Jacques Anatole François Thibault, poeta,  novelista y ensayita francés, (que en 1921 devendría premio Nobel de literatura), más conocido cono Anatole France, sobrenombre del que se servía para rubricar sus obras lliterarias, publicaba en ese año su novela "Los dioses tiene sed". La obra estaba ambientada en el período del terror de la Revolución Francesa, materia por la que Anatole France profesaba verdadera pasión, heredada de su progenitor y de otros miembros de la familia, que regentaba un negocio de compra y venta de libros en París, en la acera opuesta al Louvre, donde contaban con ejemplares, rarezas literarias, panfletos y otro variado material editado durante la Revolución.
Dado que a sus 66 años constituía ya una figura muy popular en Francia, muy leído y admirado (era miembro de la Academie Française desde 1896 a pesar de poseer una formación autodidacta), la prensa de la época se interesó por su nueva publicación y una periodista se citó con el escritor en casa de éste, a fin de realizarle un completo reportaje.
Avanzando en la entrevista se les hizo muy tarde y el académico ofreció a la cronista que permaneciese como invitada en su residencia para pernoctar allí y poder así comenzar al día siguiente de buena mañana.
La periodista aceptó agradecida el honor, pues la circunstancia le facilitaría familiarizarse con la cotidianeidad de su entrevistado, lo cual enriquecería ostensiblemente el contenido del reportaje, captando detalles no apreciables en una simple conversación ni en un cuestionario de preguntas.

A solicitud de su ama de llaves, el anfitrión preguntó a la huésped qué querría disfrutar como desayuno de la mañana siguiente, a lo que la periodista respondió, estimando que lo hacía prudentemente: 

"Lo mismo que usted tenga por costumbre"

Anatole France, entonces, se dirigió decidido a su ama de llaves, encargándole:

"Madame, mañana por la mañana prepare, entonces, dos cucharadas de aceite de ricino para la señorita y, para mi, otras dos, como de costumbre" .

¡FELIZ LUNES Y FELIZ SEMANA!
"Más sabe el loco en su casa que el cuerdo en la ajena"
Proverbio

"Cuando a Roma fueres, haz lo que vieres. Si a Roma vas, como vieres haz"
Refrán 
 
 "Nada necesita tanto una reforma como las costumbres ajenas".
Mark Twain (1835-1910) Escritor y periodista estadounidense.

 
 

lunes, 22 de abril de 2013

PABLO Y JUANA


Reza el inicio del mítico poema: "Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar.."  Claro que, siempre hay qué o quién pasa más y quién o que queda menos.  Pasar, pasan mucho y muchos. Quedar ... eso ya es otro "cantar".

Durante años fueron desapareciendo de los horizontes y rincones de nuestras ciudades y pueblos figuras que ahora parecen CASI medievales, como la señora que cogía los puntos a las medias o zurcía los calcetines, la tiendecita de la esquina donde lo mismo te reparaban la batidora que el secador de pelo o el transistor...
Pocos regalan ya a sus padres o abuelos los bonitos paquetes de pañuelos de batista blanca con la inicial bordada, sustituidos por los prácticos y más higiénicos kleenex. Y ¡cuantos tienen las servilletas de tela de la mona mantelería de diario guardaditas en el cajón, durmiendo el sueño de los justos, desde el mismo día que allí fueron colocadas, sustituidas, de forma práctica, por otras de material desechable!
Algunos ya ni siquiera recodarán el genuino reciclaje que suponía ir a la tienda a comprar cervezas con tus veinticuatro cascos vacíos para entregárselos al tendero y poder adquirir las siguientes veinticuatro botellas.

Esta es la cultura del usar y tirar donde mucho pasa y pronto desaparece, como el pañuelo de papel, y poco queda y nada permanece.

Pero siempre hay quienes saben nadar, y vivir, a contracorriente y, aunque no zurzan los calcetines, siguen sacando orgullosos su moquero de fino algodón egipcio; si pinchan la bicicleta, le "echan" un parche, nada de cámara nueva; y cuando encuentran lo que quieren, o a quien quieren, nada de "busque, compare y si encuentra algo mejor..."... . Hasta en un Hollywood a lo Zsa Zsa Gabor, y con mucho mérito, hay quien es afortunado y lo consigue...

Siglo XX, Estados Unidos de América. El matrimonio formado por Arthur y Theresa Newman gozaba de una posición acomodada gracias a los resultados de la explotación de su negocio de productos deportivos en el estado americano de Ohio. 
Su deseo era que sus dos hijos el mayor Arthur y el menor Paul Leonard, siguieran sus pasos empresariales y, en un futuro, se hicieran cargo del negocio. Así, el menor de los vástagos frecuentó la facultad de Económicas de Kenyon College (Gambier, Ohio), la universidad privada de mayor antigüedad y una de las más costosas del mundo, a pesar de lo cual, y dado que no le atraía el mundo de los negocios, nunca llegó a seguir los pasos profesionales de sus progenitores.

Así, el joven Paul Leonard, de gran belleza y apostura, siguiendo su propia vocación y aprovechando alguna experiencia como actor aficionado, ingresó en la escuela de interpretación de la Universidad de Yale y, con posterioridad, en el prestigioso Actor's Studio de Nueva York donde conocería a la joven Joanne, actriz novel que, con el tiempo y tras un primer matrimonio de él que duró poco menos de una década, se convertiría en su segunda esposa, gran amor, compañera de viaje hasta el fin de sus días y, CASI CASI, su alter ego. 
Este matrimonio, formado por la pareja de actores que todos conocemos bien como Paul Newman y Joanne Woodward, ha sido, y continuará siendo, paradigma de estabilidad, solidez, lealtad, compañerismo, perdurabilidad ...  Inseparables a lo largo de los 50 años que la ley de vida les permitió compartir, quizá merced al espíritu que, en cierta ocasión, llevó a Paul a comentar: "Que necesidad hay de dar vueltas por una hamburguesa cuando tienes un bistec en casa...". 

Con motivo de una conversación mantenida con una joven periodista, ésta le formuló la ya muy manida pregunta:
- "¿Que ha hecho usted para mantener su matrimonio tantos años? "

A lo que Newman, con semblante fingidamente serio, respondió:
"Pues muy sencillo, señorita. Es un problema de autoridad: En mi casa, las cuestiones relevantes y de importancia las decido sólo yo. Por ejemplo: Así, si mi mujer dice que un guión es malo, lo rechazo. Si mi mujer estima que debemos mudar de residencia, nos cambiamos inmediatamente. Si mi esposa considera que es aconsejable matricular a nuestro hijo en cierto colegio, alli lo matriculamos... Sin embargo, ella tiene claro que de la política exterior de USA o de las negociaciones estatales de los acuerdos bilaterales con China, de eso me encargo yo".
  


                                                   ¡FELIZ LUNES Y FELIZ SEMANA!

"No ser amado es una simple desventura, la verdadera desgracia es no saber amar"  
Albert Camus

"El ganar es ventura y el conservar, cordura"
Anónimo

lunes, 15 de abril de 2013

LA ALMOHADA DE ABRAHAM



"Se duermen los globos, ♪ se duerme la luna,♫ se duerme la rana y yo hasta mañana...".♪♫

Pero... hasta aterrizar en esa "mañana" pasan ¡tantas horas!.. Si seguimos las estadísticas, siete u ocho, lo cual supone, nada mas y nada menos, una tercera parte de nuestra vida. Así pues, parece que merece la pena dedicarle unas lineas a escribir, y el correspondiente ratito a leer, sobre cómo enfocamos cada uno de nosotros esas reparadoras horas de descanso diario.

Empezar diciendo que "sobre gustos no hay nada escrito" parece un poco obvio pero cierto es que, especialmente en este meollo, cada quién tiene su cómo preferido, sin el cual daría vueltas y más vueltas en la cama, resistiéndose, sin quererlo, a caer en brazos de Morfeo, sin conseguir llegar a conciliar el tan necesario sueño.
Dando un repaso rápido y somero:
¿Móvil encendido, en silencio o apagado?
¿Con calcetines o patucos o sin nada que te cubra los pies aunque el termómetro marque -10º?
¿Con dos almohadas o con ninguna?
¿Con algo de luz o en la boca del lobo?
¿Acurrucado como un guisante o expandido como El hombre de Vitruvio?
¿Con la puerta abierta o con tres cerrojos?  

O..¿es usted de los que aún comparte la cama, incapaz de abandonar la costumbre, con el oso de peluche que le regalaron cuando cumplió tres añitos...?

E.E.U.U. siglo XIX.  El que llegaría a ser el décimo sexto presidente de los Estados Unidos (1861-1865), Abraham Lincoln, había nacido en el año 1809 en Hodgenville (Kentucky) en el seno de una humilde familia de colonos cuáqueros.
Su madre murió siendo él aún un tierno infante de apenas nueve años y su padre, analfabeto, consideraba inútil la formación escolar por lo que Abraham nunca frecuentó el colegio, a pesar de lo cual, movido por su ávida inquietud por los libros y su viva fascinación por el conocimiento, consiguió, después de trabajar de granjero, operador naval, empleado de correos, montador de vallas y cercados y soldado raso, licenciarse en 1836 en Derecho, labrándose a partir de ahí un gran prestigio en los ambientes legales de la ciudad de Springfield (Illinois) donde se trasladó. Ejerció, asímismo, la política, ocupando escaño en la Cámara de Representantes. Se postuló para el cargo de Senador y, finalmente, hizo realidad el sueño americano convirtiendo a aquel paupérrimo niño cuáquero de padres analfabetos en el Presidente de los Estados Unidos de América considerado por muchos el más elocuente, justo, tolerante, honrado, respetuoso con todos, incluidos sus adversarios. El poder no consiguió, como es frecuente, tornarlo un ser altivo ni vanidosos y continuó, hasta el fin de sus días, fiel a sus principios y objetivos, manteniendo siempre el poder, con sus aciertos y sus errores, al servicio del pueblo americano.
Más allá de la figura pública, Lincoln se enamoró a los veintiséis años de la joven de veintidós Ann Rutledge, cuyo padre había fundado la ciudad de Nueva Salem (Illinois), dama que pronto fallecería de fiebres tifoideas a consecuencia de una epidemia que azotó la ciudad.

Superada la depresión que le ocasionó la pérdida de la que, a decir de algunos, él había considerado "el gran amor de su vida", Lincoln conoció, y desposó en 1842, a la joven de buena posición Mary Todd con la que tendría sus cuatro hijos y quien sería su esposa hasta que el 14 de Abril 1865, y hallándose en su compañía en el teatro Ford de Washington D.C. asistiendo a la representación de la obra teatral Our American Cousin de Tom Taylor, el magnicida John Wilkes Booth atentara contra la vida del Presidente Abraham Lincoln, falleciendo éste al día siguiente, un 15 de Abril como hoy.

Y ¿ya está? ¿fué esa toda su vida? Claro que no. Fieles al hilo de nuestro inicio, es obvio que nos resta relatar cómo transcurrió nada menos que un tercio de ésta: el tercio que pasó durmiendo.

Sobre este particular se sabe que, siendo tan pobre la familia Lincoln, durante su infancia Abraham compartía con toda la familia el lecho de la única estancia de la humilde cabaña de troncos que habitaban, circunstancia que, por otro lado, era de lo más habitual entre los contemporáneos de la época.
Como también podría considerarse común en aquellos días la circunstancia de que, dada su aún precaria economía durante su primer año como letrado en Springfield, su amigo Joshua Fry Speed le ofreciera compartir su humilde morada y la única cama y jergón con que contaba. Es de notar que antaño no estaban habituados a las comodidades de que gozamos hogaño y la situación se alargó durante cuatro años, lo cual debió resultar confortable para Lincoln ya que se llevó un soberano berrinche cuando Speed  le comunicó que él retornaba a Kentucky y lo dejaba sin compañero de piso y, consiguientemente, de cama.
 Siendo ya Presidente, en aquellas habituales ocasiones en que la Primera Dama se ausentaba de la Casa Blanca por varios días, con sus correspondientes noches, dejando vacante su lado de la cama común, Lincoln sustituía a su esposa por el comandante de su guardia personal, David V. Derikson, quien con tanta diligencia ocupaba el puesto eventualmente vacante que, según relata algún contemporáneo, utilizaba  incluso el camisón de la "usuaria" ausente.

Y es que, como bien dijo Horace Mann, "el hábito es como un cable; nos vamos enredando en él cada día hasta que no nos podemos desatar".


¡FELIZ LUNES Y FELIZ SEMANA!

"Lo mejor de ser soltero es que te puedes meter en la cama por el lado que quieras"
James Dean 
 No es la política la que crea extraños compañeros de cama, sino el matrimonio.
(Groucho Marx)
La cama es buena cosa: quien no puede dormir, reposa.
(Anónimo)

lunes, 8 de abril de 2013

GELOTO ¿QUE?


Como tantísimas palabras de la rica lengua española, ridículo también procede del latín. Y no, no deriva  de ningún vocablo relacionado con las santas posaderas sino de ridicŭlus y ésta, a su vez, de ridere, o sea, reir. 

Según la RAE, entre otras acepciones, ridículo es aquello que por su rareza o extravagancia mueve o puede mover a la risa. Y ser los protagonistas de esas embarazosas situaciones, a CASI todos, nos da miedo; ¿qué miedo? ¡pavor! y mucha mucha vergüencita. ¡Que pena! Nos perdemos tantas experiencias deleitosas y situaciones amenas y placenteras por ese ridículo sentido del ridículo.

Porque  ya se sabe: "Quien tiene vergüenza, ni come ni almuerza". Y yo, aún diría más:

Ni regala flores,
Ni escribe poemas.

Ni baila solo, ni saca a bailar.

Ni usa sombrero, ni habla en inglés.

Ni pasea en biquini, ni enseña los pies.
Ni adquiere laxantes ni compra "Hemoal".

Ni se toma una caña solito en un bar,
Ni en un karaoke canta el La,La,La...
Ni come spaghetti,
ni gambas con cáscara, en un restaurant.

Ni aparca en la calle delante de amigos,
Ni va al cine solo.
Ni hace jogging veloz por la calle
Ni se pinta sus labios de rojo. 

Ni dice que no monta en bici.
Ni cuenta que es un pez de plomo.

Ni va de amarillo.
Ni tira a la diana.
Y si cae en la calle
¡nunca se ha hecho nada!

Y es que en España, a pesar de la fiesta, la gracia, la sal y la siesta, padecemos todos de gelotofobia.
Bueno, salvo algún despistado...


España, inicios del siglo XX. Según relata el diplomático, escritor y experto en protocolo José Antonio de Urbina, el rey Alfonso XIII se vió envuelto en una situación comprometida, que transcurrió, más o menos, de la siguiente manera:

Con ocasión de una recepción oficial en el Palacio Real, que incluía almuerzo, se hallaba invitado un hombre que desconocía la existencia, el destino y la utilidad de los lavafrutas de la vajilla real y, sentados a la mesa, al ver el citado cuenco lleno de agua situado en el lateral del plato de cada comensal, estimó, con sencilla lógica, que estaba destinado a calmar la sed del invitado sediento. 

Así pues, sin encomendarse a más ni mediar otras consideraciones, hallándose sediento el caballero, asió el susodicho bol y, ante la estupefacción del resto de los comensales, se lo bebió completo, CASI sin respirar.

Habiendo percibido Alfonso XIII el error de protocolo del desvalido invitado, debió entender que, por regia cortesía, había de salvar del escarnio al pobre hombre, sólo culpable de no haber frecuentado antes ambientes tan finolis. Para ello, se valió de una táctica sencilla pero efectiva: con toda naturalidad tomó su lavafrutas y, de un trago, engulló, él también, todo el agua que éste contenía.

Ante el gesto del monarca, el grupo de cursis cortesanos se vió obligado por la circunstancia a secundar al rey y el servicio allí presente pudo observar, seguramente con disimulada jocosidad, cómo, sin mediar palabra, todos y cada uno de los comensales se bebieron, con ademán refinado, el agua de sus respectivos lavafrutas.

¡FELIZ LUNES Y FELIZ SEMANA!

"Hemos de proceder de tal manera que no nos sonrojemos ante nosotros mismos".
Baltasar Gracián
 "Se ahogó porque le daba vergüenza gritar pidiendo ayuda".
Marcello Marchesi
"Si en los hombres no aparece el lado ridículo, es que no lo hemos buscado bien".
François de la Rochefoucauld

lunes, 1 de abril de 2013


LA VIDA ES UNA TÓMBOLA...


Si, si, la vida en una tómbola...Una tómbola en la que siempre te toca algo: lo mismo le puede tocar el premio gordo que un "perro piloto"; igual le toca el reintegro que le tocan... la fibra sensible o el apéndice nasal.

le toque lo que le toque, no le toca otra que aceptar aquello que la suerte o el azar han tenido a bien designar para usted.
Con los mimbres que le den le corresponderá elaborar el cesto más lucido y lozano posible.

Hay quien, con las mejores fibras vegetales y las ramas y tallos más fuertes, flexibles y maleables, cultivados en la orilla más soleada del fértil Nilo,  no será capaz de elaborar ni una simple cesta para el pan. Desviará de sí la culpa, quejándose de continuo de la materia prima que le ha tocado, ¡oh, infortunio!,  y de la sed que va a pasar con su vaso medio vacío de amargo bitter, que aún no ha probado pero augura, lastimero y gemebundo, que seguro se lo han dado pasado de fecha.

Y, sin embargo, hay optimistas que, ante el montón de retales y restos viejos de canastas secas y destartaladas que les asignen, vislumbrarán, prestos, la ocasión para hacer, afortunadamente, una flamante canastilla vintage. Y tan contentos lo harán que les saldrá "niquelado"; y, si no les sale, por fortuna aún podrán brindar con su copa medio llena de delicioso cava y, ¡que suerte!, al ataque de nuevo.

Le toque lo que le toque, aprovéchelo y ¡disfrute!

Buenos Aires,  9 de octubre de 1967. El egregio profesor Jorge Luis Borges (1899-1986), invidente desde los 55 años de edad (no está claro si el origen de su ceguera fué una dolencia hereditaria, glaucoma o un golpe sufrido en la cabeza años antes), desarrollaba su labor docente para la cátedra de Literatura Inglesa de la Universidad de Buenos Aires. Ese día, mientras se encontraba enfrascado impartiendo una inspirada clase, un agitado y conmovido estudiante irrumpió en el aula, interrumpiendo el discurso de Borges y anunció al auditorio el fallecimiento de Ernesto "Che" Guevara, tras lo cual proclamó la automática cancelación de las clases, a fin de rendir solemne tributo a su comandante.

Borges, quien no tenía la mínima intención de dar por suspendida la interesante lección que estaba ofreciendo a los presentes, respondió con firme convicción:
"El homenaje, con toda certeza, puede esperar hasta el final de la clase".
El airado estudiante replicó con autoridad:
"¡No!¡ha de ser ahora y usted, se marcha!".
El profesor, sin propósito alguno de considerar finalizada su clase de forma prematura ni de abandonar precipitadamente el aula, replicó con determinación:
"No tengo intención de marcharme y, si tan guapo es usted, venga y sáqueme del escritorio". 
Indignado por la tozudez del maestro, y decidido a salirse con la suya, el estudiante le conminó: "Cortaré la luz".
 A lo que Borges, haciendo un buen y estratégico uso de aquello que otros hubieran considerado un handicap o desventaja, sentenció:
 "Precisamente tomé la precaución de ser ciego, esperando a que llegase este justo momento"

¡FELIZ LUNES Y FELIZ SEMANA!

"Quien no sabe bailar dice que los tambores no valen para nada" 
Proverbio ganés

"Quien hace un cesto hace ciento, si le dan mimbres y tiempo" 
 Refran popular.