ESTÁ USTED ... EN SU CASA
Como publicitan los spots de esa famosa multinacional sueca, conocida hasta por la tribu Mandinga de África, la casa de cada uno, monárquico, anarquista o republicano que sea, es su propio territorio independiente y, como tal, disfruta de su propio ordenamiento jurídico, con sus leyes, sus principios generales del derecho y, fundamentalmente, con sus propias y peculiares costumbres.¡Y vaya variedad de costumbres!
De la misma manera que cuando hacemos un pequeño viaje al extranjero, no tenemos ni la menor noción de la normativa ni las costumbres del lugar (propina o no; los taxis paran por la calle o sólo en las paradas, ...) igual nos suele acontecer cuando visitamos a los amigos en su hogar, dulce hogar: no sabemos, a veces, ni por donde nos andamos.
En ocasiones, después de haber comido, cenado o, más ampliamente, disfrutado de una estancia de algunos días en casa ajena, regresamos a la nuestra cuando menos desconcertados y, a veces, con los ojos del tamaño de la bandeja donde servimos la pizza familiar, recordando los,-a nuestros ojos-, extraños ritos, usos, costumbres, jerga variada y doméstica indumentaria de nuestra encantadora y hospitalaria, aunque marciana, familia anfitriona. Recordemos, a simple modo de ejemplo, a:
Aquellos que para comer. o cenar visten ritualmente el pijama. Muy confortable.
Aquellos que en la mesa ponen un único y solitario cuchillo a disposición de la familia completa y esperan religiosamente, resignados y pacientes, el turno de cada uno para cortar. Muy ahorrativo.
Aquellas cariñosas familias que, cuando llega la hora de retirarse para las siete u ocho horas de descanso nocturno, separados sólo por le pasillo de la vivienda, se despiden efusivamente con besos, e incluso abrazos, como si en realidad partiesen a atravesar el Atlántico a la búsqueda del "soldado Ryan" Muy entrañable.
Aquellos que para comer. o cenar visten ritualmente el pijama. Muy confortable.
Aquellos que en la mesa ponen un único y solitario cuchillo a disposición de la familia completa y esperan religiosamente, resignados y pacientes, el turno de cada uno para cortar. Muy ahorrativo.
Aquellas cariñosas familias que, cuando llega la hora de retirarse para las siete u ocho horas de descanso nocturno, separados sólo por le pasillo de la vivienda, se despiden efusivamente con besos, e incluso abrazos, como si en realidad partiesen a atravesar el Atlántico a la búsqueda del "soldado Ryan" Muy entrañable.
Pero, miremos el asunto desde la perspectiva contraria y, en esta tesitura ¿que me dicen de esas grandes dudas? Porque tampoco es fácil cumplir exitosamente con la tarea de dar la talla de buen invitado.
¿Qué esperan de usted sus anfitriones? Difícil cuestión...
¿Qué esperan de usted sus anfitriones? Difícil cuestión...
¿Doy conversación o me hago transparente?
¿Ayudo con las tareas o no oso inmiscuirme en sus quehaceres?
Oigo ruido ya ...¿Me levanto de la cama o me acurruco y me hago aún el dormido?
¿Bajo a desayunar en pijama o en perfecto estado de revista?
¿Me como el filete de hígado y muero aquí mismo o confieso que no puedo soportar tan visceral manjar?...
Y es que, cada familia es un mundo y cada hogar, un planeta. Anfitriones o invitados, hagamos examen de conciencia y admitamos que, en nuestro íntimo reducto personal y familiar, cualquier director de cine mínimamente observador tendría material, más que sobrado, para elaborar algún que otro guión cinematográfico. Y para alguna trilogía, incluso.
¿Ayudo con las tareas o no oso inmiscuirme en sus quehaceres?
Oigo ruido ya ...¿Me levanto de la cama o me acurruco y me hago aún el dormido?
¿Bajo a desayunar en pijama o en perfecto estado de revista?
¿Me como el filete de hígado y muero aquí mismo o confieso que no puedo soportar tan visceral manjar?...
Y es que, cada familia es un mundo y cada hogar, un planeta. Anfitriones o invitados, hagamos examen de conciencia y admitamos que, en nuestro íntimo reducto personal y familiar, cualquier director de cine mínimamente observador tendría material, más que sobrado, para elaborar algún que otro guión cinematográfico. Y para alguna trilogía, incluso.
1912, Francia. Jacques Anatole François Thibault, poeta, novelista y ensayita francés, (que en 1921 devendría premio Nobel de literatura), más conocido cono Anatole France, sobrenombre del que se servía para rubricar sus obras lliterarias, publicaba en ese año su novela "Los dioses tiene sed". La obra estaba ambientada en el período del terror de la Revolución Francesa, materia por la que Anatole France profesaba verdadera pasión, heredada de su progenitor y de otros miembros de la familia, que regentaba un negocio de compra y venta de libros en París, en la acera opuesta al Louvre, donde contaban con ejemplares, rarezas literarias, panfletos y otro variado material editado durante la Revolución.
Dado que a sus 66 años constituía ya una figura muy popular en Francia, muy leído y admirado (era miembro de la Academie Française desde 1896 a pesar de poseer una formación autodidacta), la prensa de la época se interesó por su nueva publicación y una periodista se citó con el escritor en casa de éste, a fin de realizarle un completo reportaje.
Avanzando en la entrevista se les hizo muy tarde y el académico ofreció a la cronista que permaneciese como invitada en su residencia para pernoctar allí y poder así comenzar al día siguiente de buena mañana.
La periodista aceptó agradecida el honor, pues la circunstancia le facilitaría familiarizarse con la cotidianeidad de su entrevistado, lo cual enriquecería ostensiblemente el contenido del reportaje, captando detalles no apreciables en una simple conversación ni en un cuestionario de preguntas.
A solicitud de su ama de llaves, el anfitrión preguntó a la huésped qué querría disfrutar como desayuno de la mañana siguiente, a lo que la periodista respondió, estimando que lo hacía prudentemente:
"Lo mismo que usted tenga por costumbre"
Anatole France, entonces, se dirigió decidido a su ama de llaves, encargándole:
"Madame, mañana por la mañana prepare, entonces, dos cucharadas de aceite de ricino para la señorita y, para mi, otras dos, como de costumbre" .
¡FELIZ LUNES Y FELIZ SEMANA!
"Más sabe el loco en su casa que el cuerdo en la ajena"
Proverbio
"Cuando a Roma fueres, haz lo que vieres. Si a Roma vas, como vieres haz"
Refrán
"Nada necesita tanto una reforma como las costumbres ajenas".
Mark Twain (1835-1910) Escritor y periodista estadounidense.